¿Sabes los Factores de Riesgo Cardiometabolicos que tienen las personas con Sindrome de Dowm?

Esp. Carlos Ramos

Marzo 2018.

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La etiología y la tasa de progresión de la enfermedad cardiovascular (ECV) se determinan por las complejas interacciones entre la constitución genética, factores ambientales y conductuales, constituyendo en su conjunto los factores de riesgo para ECM. El sedentarismo, hipertensión arterial, sobrepeso u obesidad, hiperglucemia, hipertrigliceridemia, niveles elevados de colesterol de lipoproteína de baja densidad (cLDL), niveles bajos de colesterol de lipoproteína de alta densidad (cHLD) y los hábitos de alimentación inadecuados constituyen los factores de riesgo modificables más importantes para el desarrollo de la ECM a nivel poblacional y así, favorecen el incremento de la mortalidad por esta causa2. Los antecedentes familiares como perinatales, el sexo y la edad son factores de riesgo no modificables3. La prevención y la educación para evitar el desarrollo de estas enfermedades debe realizarse desde etapas tempranas de la vida para evitar su progreso y severidad2,3.

No existe ningún factor de riesgo menos importante que otro. La exposición simultánea a varios de ellos es superior al esperado por la suma del riesgo de cada uno por separado, este fenómeno es conocido como riesgo global4.

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Los factores de riesgo de la enfermedad pueden definirse como características medibles biológicas de un individuo que preceden a un resultado bien definido de dicha enfermedad y revisten particular importancia porque ayudan a identificar a los individuos asintomáticos que tienen una mayor probabilidad de desarrollar un evento vascular, ya sea cardíaco, cerebral o vascular periférico en el futuro, comparados con la población en general4.

Estos factores de riesgo nos lleva a una situación delicada, la cual en poblaciones con entidades clínicas específicas como síndrome de Down (SD), la problemática se vuelve mayor, debido al sedentarismo crónico que estos individuos pueden estar expuestos, el exceso de ingesta calórica e importantes alteraciones en el perfil lipídico. Por todo ello, se ha encontrado que esta población presenta un riesgo 16 veces mayor que la población general de padecer enfermedades cardiovasculares y metabólicas5.

Los altos índice de obesidad mundial no dejan de afectar a las personas con discapacidad. Se define a una persona con discapacidad como “aquella que presenta deficiencia de sus funciones y/o estructuras corporales, limitaciones en sus actividades y restricciones en su participación, como resultado de una interacción negativa de su condición de salud y los factores contextuales (ambientales y personales) en los que se desarrolla”6. El SD es considerado como una discapacidad, ya que las personas que poseen esta entidad tienen limitaciones tanto a nivel cognitivo como físico.

El SD es la anomalía cromosómica más común compatible con la vida postnatal y la causa más frecuente de discapacidad congénita. En la mayoría de ocasiones se debe a la trisomía del cromosoma 21, aunque también se han descrito translocaciones robertsonianas o mosaicismos entre los diferentes tipos de alteraciones cromosómicas5. . Hasta la fecha la edad materna avanzada constituye el único factor de riesgo, siendo de 1/50 recién nacidos en mujeres mayores de 45 años7.

En la población con SD se encuentra que la prevalencia de la obesidad es mayor que en la población general, lo cual aumenta los altos índices de adquisición de enfermedades no transmisibles, como las cardiometabólicas; del mismo modo, un tercio de los obesos son hipertensos, y 25 % de los adolescentes obesos hipertensos pueden sufrir complicaciones cerebrovasculares o cardiovasculares. Entre las consecuencias para la salud se señala que 40 % – 62 % de los sujetos con SD padecen algún tipo de cardiopatía congénita desde el nacimiento7.

Generalmente en niños menores de dos años no se diagnostica factores de riesgo cardiometabòlico (FRC), sin embargo en vista de la predisposición genética, la prevalencia de la obesidad, teniendo esta una distribución más central del tejido adiposo, lo cual diagnosticando algunos FRC a tiempo se disminuiría la ECM en etapas posteriores de la vida. Los lactantes son una población sensible en cuanto a las perturbaciones nutricionales y metabólicas, programando cambios a largo plazo en su desarrollo y efectos adversos en etapas posteriores de la vida8.

La detección de los FRC para el desarrollo de estas enfermedades crónico degenerativas representa la herramienta fundamental del clínico para evitar la morbimortalidad de la población por ECM. El proceso ateroesclerótico comienza a desarrollarse desde la primera década de la vida, detectándose cada vez más a menor edad la presencia de enfermedad cardiovascular y metabólica en la población infantojuvenil. Por tal motivo, la identificación temprana del paciente en riesgo es prioritaria y debe generar intervención del equipo multidisciplinario de salud para evitar complicaciones a futuro. Al identificar el individuo en riesgo, se realizaría una intervención positiva modificando sus FRC, logrando cambiar su riesgo global y la prevención será más eficiente9. Es por ello la importancia de diagnosticar FRC en individuos desde las edades más precoces como en la población menor de dos años con SD.

Se postula que los sujetos con SD que viven en la comunidad tienen peores hábitos alimentarios, mayor índice de masa corporal (IMC) y una prevalencia de diabetes mellitus (DM) mayor que la población general. Diversos trabajos han objetivado un perfil lipídico proaterogénico en los adultos con SD, con niveles medios elevados de triglicéridos (TG), cLDL, colesterol lipoproteína de muy baja densidad (cVLDL), apolipoproteína B, y niveles menores de cHDL y apolipoproteína A. Finalmente, también se ha demostrado un aumento de estrés oxidativo a nivel celular en los individuos con SD, debido la sobreexpresión de los genes de la superóxido dismutasa y cistationin-ß-sintasa, que se encuentran en el cromosoma 2110.

La esperanza de vida en los individuos con SD ha aumentado significativamente en las últimas décadas10. Tomando en cuenta el aumento en la esperanza de vida en estos individuos y que la ECM disminuye dicho indicador, ya que incrementa la posibilidad de enfermedades metabólicas y cronicodegenerativas, se formula la siguiente interrogante, ¿Cuáles son los parámetros antropométricos que se relacionan con los factores de riesgo cardiometabólico en niños y adolescentes con SD?, de esta manera poder determinar los indicadores de composición corporal que guardan relación con estos factores de riesgo y así evitar y/o disminuir el número de individuos con SD que tengan factores de riesgo cardiometabólico.

En la evaluación habitual del niño y del adolescente con SD se consideran los diferentes segmentos corporales y del desarrollo, según la edad del paciente con el objeto de identificar precozmente alguna alteración en el niño o adolescente con SD. Con la finalidad de determinar el comportamiento de los FRC en esta población y su asociación con indicadores de composición corporal. Por ello, se diseñó un instrumento para describir la relación entre ambos indicadores y así buscar las herramientas para evitar el progreso de ECM, que dentro de las enfermedades crónicas no transmisibles constituye la primera causa de morbimortalidad en Venezuela. En este sentido, es importante destacar que para lograr una adecuada salud cardiovascular se debe realizar atención primaria, y así prevenir la presentación de FRC, la cual debe iniciarse en etapas tempranas de la vida.

Los FRC pueden estar presente en la población pediátrica con SD, sin embargo, existe un silencio bibliográfico regional, nacional e incluso internacional, tomando en cuenta que los FRC puede reducir la esperanza de vida en esta población, por lo que es necesario determinar los indicadores de composición corporal que se relacionan con los FRC en la población pediátrica con esta entidad genética.

Se pretende por ello, desarrollar un estudio en la población pediátrica con SD, que permita sentar las bases para una identificación de estos FRC en dicha población y su relación con indicadores antropométricos, garantizando así una mejor seguimiento clínico y calidad de vida.

la prevalencia de los factores de riesgo cardiometabolico en niños y adolescentes con SD es mayor que la reportada en niños y adolescentes sin esta entidad genética.

Los individuos con SD presentan una elevada prevalencia de múltiples comorbilidades médicas que pueden ser tratadas.

La prevalencia de la distribución de grasa corporal en los individuos con SD, medida por Índice de conicidad, índice de SESTRI, e índice de centripetalidad es muy elevada y tienen relación significativa con algunos FRC. La prevalencia de riesgo vascular, como la HTA y el cHDL, es claramente mayor que en la población general.

La presencia de tejido adiposo abdominal, sí condiciona una frecuencia mayor de trastornos del metabolismo lipídico (en forma de dislipidemias por hipercolesterolemia cHDL) en los niños y adolescentes con SD.

Pese a la elevada prevalencia sobre cantidad de tejido adiposo a nivel central en esta población, el sedentarismo creciente con la edad, y las alteraciones cardiometabólicas mencionadas, estas no son significativas pero descriptivamente la frecuencia es importante con respecto a los FRC en la población con SD.

La frecuencia de los FRC en SD, sigue una tendencia al aumento que se observa a nivel mundial en poblaciones sin entidades genéticas, y en vista de que la población con SD tiene al menos un FRC, se recomiendan intervenciones de educación poblacional e individual, en un esfuerzo por mejorar el estado nutricional de nuestros niños con SD y con ello evitar el alcance que los FRC puedan producir en edad adulta de estos individuos.

Los indicadores de composición corporal, son una herramienta sencilla y de fácil aplicación que refleja la adiposidad central y a su vez está fuertemente asociado con FRC los cuales son importantes detectar a temprana edad y así hacer el abordaje nutricional oportuno para disminuir la prevalencia de enfermedades crónicas degenerativas en la edad adulta.

 

  1. Mendis S, Puska P, Norrving B. Global Atlas on cardiovascular disease prevention and control. WHO. 2011; 3 (2) 164.
  2. Berenson G, Srinivasan S, Bao W, Newman W, Tracy R, Wattig W. Association between multiple cardiovascular risk factors and atherosclerosis in children and young adults. N Engl J Med (Internet). 1998; 338 (10): 1650-56.
  3. Kavey D, Simons-Morton J, Jesus M. Expert panel on integrated guidelines for cardiovascular health and risk reduction in children and adolescents. American Academy of Pediatrics: Summary Report Pediatrics. 2011; 128(Suppl. 5): S1-S44.
  4. Arocha J. Determinación e importancia del riesgo cardiovascular global, clasificación de los factores de riesgo. ILIB. 2005; 3 (5): 25-35.

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