
–Aumento de residuo gástrico. Volumen de dieta aspirada a través de una sonda nasogástrica, que se considera indicativo de íleo gástrico. El volumen más utilizado es el de 200 ml, aunque oscila entre 100 y 500 ml, cifra esta última utilizada por el GtMyN. El residuo se verifica cada 8-24 h.
– Balance nitrogenado. Medida de la situación de equilibrio corporal del nitrógeno. Se considera neutro cuando la ingesta iguala a la excreción, positivo cuando la ingesta supera a las pérdidas y negativo cuando la excreción es mayor que la ingesta
– Broncoaspiración. Se define como el paso de contenido nutricional a la vía aérea. Son frecuentes las regurgitaciones de escaso volumen (silentes), aunque las significativas que producen insuficiencia respiratoria aguda oscilan entre el 1-4%. Su etiología está relacionada con alteraciones de la
deglución en enfermos neurológicos y, en los enfermos con nutrición gástrica, por aumento en el volumen de residuo gástrico secundario a la disminución en su vaciamiento.
– Control glucémico. Consiste en la administración de insulina en perfusión continua para normalizar los valores de glucemia en pacientes críticos con hiperglucemia. Hay controversia acerca de los valores de glucemia a mantener, ya que un control estricto glucémico (entre 80 y 110 mg/dl)
aumenta la incidencia de hipoglucemias graves y de la mortalidad en pacientes críticos. Un valor adecuado y seguro estaría comprendido entre 110 y 150 mg/dl.
– Diarrea. trastorno que consiste en el aumento del número y volumen de las deposiciones diarias, con evacuación de heces líquidas o semilíquidas. Las heces pueden presentar moco, sangre, pus o cantidad excesiva de grasa, dependiendo de su etiología. En el paciente crítico se considera
como tal 5 o más deposiciones diarias o un volumen total estimado en 24 h superior a 2.000 ml.
– Farmaconutrientes. Conjunto de sustratos que, además de su efecto nutricional intrínseco, estimulan los mediadores que favorecen la inmunidad, inhiben los factores proinflamatorios y atenúan la respuesta frente a la agresividad que han demostrado que su uso en el enfermo grave reduce la tasa de infección. Dentro de este grupo se encuentran algunos aminoácidos, como glutamina y arginina, ácidos grasos w-3, y algunos oligoelementos y vitaminas.
– Hipoglucemia grave. Hablamos de hipoglucemia grave cuando los valores de glucosa en sangre se encuentran por debajo de 40 mg/dl. Es la complicación más frecuente del tratamiento con insulina en pacientes diabéticos y en pacientes críticos que reciben insulinoterapia en perfusión continua para mantener valores de glucemia en el rango considerado
como “normoglucemia” (80-110 mg/dl). Los casos no tratados provocan convulsiones, coma e incluso la muerte.
– Insulinorresistencia. Incapacidad de la insulina para ejercer sus efectos biológicos habituales a concentraciones que son eficaces en sujetos normales. Suele presentarse en la situación de hipermetabolismo típico del paciente crítico, asociada o no a obesidad, diabetes mellitus tipo 2,
dislipemia e hipertensión.
– Malnutrición. Es un estado de nutrición en el cual un déficit, un exceso o un disbalance de energía, proteínas y otros nutrientes causan efectos adversos mensurables en los tejidos corporales (estructura, tamaño y composición), así como en su función y resultados clínicos. puede deberse
tanto a una nutrición desequilibrada o insuficiente como a que su absorción o utilización no sea la adecuada.
– Micronutrientes. Elementos dietéticos que son utilizados con fines metabólicos o estructurales y se encuentran en cantidades minoritarias en el organismo. Incluyen los elementos traza y las vitaminas.
– Nutrición enteral. El término nutrición enteral se utiliza para incluir en él todas las formas de soporte nutricional que implican el uso de “alimentos dietéticos para usos médicos especiales”, como se define en la regulación legal de la Unión Europea, con independencia de la ruta de administración. Incluye suplementos nutricionales orales, nutrición por sonda vía nasogástrica o nasoenteral o por sondas percutáneas.
– Nutrición enteral precoz. El término nutrición enteral precoz se utiliza para incluir en él todas las formas de soporte nutricional que implican el uso de “alimentos dietéticos para usos médicos especiales” y que se administran
al paciente en las primeras 24-48 h tras su ingreso, con independencia de la vía de administración. Su utilización se ha relacionado con una disminución de las complicaciones infecciosas y de la mortalidad en el paciente crítico.
– Nutrición parenteral complementaria (NPC). Se ha definido como el aporte de nutrición parenteral, suplementaria a la nutrición enteral, cuando con el aporte enteral no se alcanzan los requerimientos nutricionales calculados del paciente. La NpC se debería iniciar cuando no se consiga el 60% de los requerimientos nutricionales al cuarto día de ingreso, o a lo largo de la estancia, durante al menos 2 días consecutivos.
– Nutrición parenteral periférica. Es un tipo de nutrición parenteral que permite aportar nutrientes directamente al torrente circulatorio por vía periférica porque tiene una osmolaridad menor que la nutrición parenteral total convencional (por debajo de 600-900 mosm/l). por este motivo, en
la mayoría de los casos no se alcanzan las necesidades proteicocalóricas del paciente y, por tanto, sólo está indicada en cortos períodos o hasta que se disponga de acceso venoso central que permita iniciar una nutrición parenteral total.