
Rol de la
emoción en la conducta alimentaria
Las emociones en los últimos años
presentan mayores estudios relacionados al comportamiento de los patrones de
conducta alimentaria que pueden verse gatillados por diferentes manifestaciones
psicoemocionales en las personas, provocando complicaciones como malnutrición
por déficit o malnutrición por exceso, la
relación entre las emociones y la conducta alimentaria es bidireccional y es
dependiente del contexto, de la variabilidad de la emoción en cuanto a su
valencia, excitación e intensidad, así como de la variabilidad fisiológica del
sujeto.
Según la literatura, las emociones
presentan un rol importante en la elección, calidad y cantidad de la ingesta de
alimentos, lo que en ocasiones conlleva a un aumento del peso corporal. Las emociones tendrían una
relación bidireccional con la conducta alimentaria, ya que existirían emociones
que instan al consumo de ciertos alimentos y su contexto que generan ciertas
emociones; dado lo cual la investigación en torno a la emoción y la conducta
alimentaria no está exenta de complejidades.
La emoción es definida como un fenómeno
conductual complejo que involucra varios niveles de integración neuronal y química que
afecta la respuesta alimentaria a lo largo de todo el
proceso de ingestión: la motivación del comer, las respuestas afectivas a los
alimentos, la elección, la masticación o velocidad con que se ingieren.
La variabilidad que las emociones presentan
tiene relación con: su valencia, es decir emociones de características más
placenteras versus otras asociadas al displacer; su excitación, alta o baja y,
con su intensidad, es decir de larga o corta duración; así como por la
variabilidad individual, que tiene relación con el estado fisiológico del
sujeto, sano o enfermo, entre otros y de la capacidad que presente de regular
la emoción en su relación con la conducta alimentaria.
En relación con la valencia de las
emociones, la literatura señala que las emociones negativas que aumentan la
ingesta de alimentos serían la: ira, apatía, frustración, estrés, miedo, pena,
ansiedad, inquietud, la soledad y el aburrimiento, afectando las respuestas
alimentarias y señalando, además, que la ira es una emoción que influye de
manera importante en el comer por atracones.
También hay diferencias en la ingesta de
alimentos, relacionado con la intensidad de la emoción, ya que los individuos
ingieren más alimentos en presencia de emociones positivas o negativas que
frente a emociones neutras, esto estaría explicado porque a mayor intensidad de
la emoción experimentada mayor inhibición del control alimentario, lo que
además ocurre de forma frecuente en personas que están en periodos de
restricción alimentaria (o déficit calórico).
Los efectos de las emociones se pueden
clasificar en:
(1) Las emociones que despiertan las
características organolépticas de los alimentos y que afectan su elección.
(2) Las emociones de muy alta intensidad
(estrés muy intenso y drástico) suprimen el comer debido a respuestas
fisiológicas que interfieren con la ingestión de alimentos.
(3) Las emociones de excitación e intensidad
moderada afectan la alimentación dependiendo de cuáles son las motivaciones al
momento de comer.
3a) Frente a una restricción alimentaria
(como una dieta hipocalórica) las emociones negativas o positivas aumentan la
ingesta de alimentos debido a un deterioro del control cognitivo; es decir las
emociones negativas colocan como prioridad la necesidad de regular la emoción
desagradable, viéndose afectada la capacidad cognitiva de mantener la ingesta
restringida.
3b) Frente a la necesidad de controlar
una emoción negativa, es decir, “comer emocional”, se promueve la ingesta, particularmente,
de alimentos dulces y con alto contenido de grasa.
3c) Frente a una alimentación normal; no
se espera que las emociones de baja excitación o intensidad afecten la
alimentación.
El comer emocional es un concepto que
deriva de la teoría psicosomática proveniente del psicoanálisis y define a
aquella persona que presenta como mecanismo disfuncional, el regular sus
emociones negativas, a partir de la ingesta de alimentos; por tanto, es el
término que más se ha estudiado en el contexto del exceso de peso. Estas
emociones negativas son más salientes en periodos de estrés percibido (la
persona “se siente” estresada) y en periodos de estrés crónico (condiciones
laborales, económicas, familiares de características desfavorables, entre
otras); razón por la cual se vuelve relevante la comprensión y aplicación del
modelo de determinantes sociales de la salud como la solución efectiva frente a
la obesidad.
Bibliografía
|
Palomino-Pérez Ana María. Rol de
la emoción en la conducta alimentaria. Rev. chil. nutr. [Internet].
2020 Abr [citado 2020 Nov 05] ; 47( 2 ):
286-291. Disponible en:
https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-75182020000200286&lng=es.
http://dx.doi.org/10.4067/S0717-75182020000200286. |
Revisión
|
Nta
Javier Arriagada G |